martes, 4 de septiembre de 2012

Ensayo de un ensayo XII: conclusiones finales


Otro tema interesante es el del decrecimiento del interés por los temas científicos en los medios de comunicación: televisión, radio, revistas y periódicos. En estos es cierto, pero no debemos olvidarnos del grande de las comunicaciones, internet. Su potencial es mucho mayor que el de cualquier revista o periódico, incluso que la propia televisión. Tiene un índice de impacto brutal. Es un escaparate publicitario interesantísimo que puede ayudar a mejorar la visión de la ciencia, siempre y cuando se trate con el rigor y el respeto que se merece. En el mundo 2.0 encontraremos muchos ejemplos de calidad científica, de hecho, las grandes revistas tienen webs y están metidas en redes sociales y profesionales, pero además de todos estos, existen blogs y portales dónde principiantes de este mundo tienen mucho que decir.



La divulgación debe abrirse camino hacia nuevos campos, nuevos espacios dónde presentarse. Internet es una oportunidad única que debemos aprovechar todos los interesados en la divulgación científica, porque nos aporta plataformas dónde hacernos oír, canales a los que dirigirnos, multitud de formatos en los que trabajar y lo más importante, una conexión con el publico más directa, cercana y amable.


En las redes sociales vemos como revistas especializadas como Quercus, Nature, Muy interesante, National Geographic hacen un uso diario de ellas mediante tweets en Twitter o post publicados en sus muros de Facebook. Gracias a estos medios tienen millones de seguidores en todo el mundo que siguen sus artículos a diario, muchos ni se meterán a leerlo, pero muchos otros si, y ahí es donde radica el éxito de estas plataformas. Además se simpatizan con otros medios de divulgación científica a los que siguen y dan cabida en sus espacios.

Se consigue que portales y revistas de menor calado tengan la oportunidad de codearse al mismo nivel que por ejemplo @naturenews, el perfil en Twitter de la revista Nature, revista especializada dónde las haya, que tiene 267.000 amigos, con National Geographic @natgeo o Muy Interesante @muyinteresante que tiene casi un millón de seguidores cada uno. Estas son las especializadas en ciencias, pero si vemos las secciones de ciencias de periódicos generalistas como Público @publico_ciencia le siguen casi 11.600 amigos. Esto es algo asombroso, nunca una revista científica o una sección de periódico habían sido seguidas por tantísima gente. Pero también personas concretas, científicos, periodistas ambientales, divulgadores son seguidos por miles de personas en todo el mundo.

Del estudio del mundo del cine y la televisión y su relación con la ciencia se pueden sacar conclusiones pesimistas y desalentadoras. En parte se tiene razón, cuando se habla de que los personajes de ciencias que suelen salir en la televisión, que son tratados con el cliché del científico loco, solitario, introvertido, sin sentimientos, etc. Pero también hay casos de lo contrario. De todas formas, suelen ser personajes que están tan metidos en su trabajo, que son tan buenos en lo que hacen y que son tan sumamente inteligentes, que no tienen tiempo para otro tipo de actividad social. Hay casos extremos como House o Bones, médicos ambos, que aunque atractivos para el gran público, su personalidad les hace ser solitarios. También encontramos casos en los que el glamur y la ciencia van de la mano, como en CSI, dónde los temas de amor están a la orden del día entre mesas de laboratorio. Otros como Ross de la serie americana Friends ve como sus amigos se ríen de el por dedicarse a “jugar con dinosaurios” cuando es un profesor paleontólogo en una universidad de NY. También es cierto, que en algunos capítulos, salen sus amigos orgullosos por algunos de los méritos conseguidos por él. En este caso, tiene una vida familiar, social y amorosa plena. El cliché siempre estará ahí, pero no creo que desprestigie a la ciencia, al menos en esto, los humanos somos más listos que eso.

Ross (Friends) enseñando una réplica de huevo de dinosaurio.

 También podemos hablar de la simplificación de contenidos en los documentales de ciencias, haciendo de estos programas divulgativos de pocos contenidos llenos de imágenes bonitas. En la mayoría de los casos si es así, pero hay documentales, muy interesantes sobre temas científicos que no buscan las mejores fotografías, sino los mejores contenidos. Serán los que la gente tilde como cutres o aburridos, pero enseñarán más en 5 min que cinco documentales de los otros. Es complicado, en un mundo donde el interés por la ciencia es tan escaso que se pueda vender a un canal generalista un documental de este tipo, por eso, las productoras suelen exigir que sean muy vistosos.

Para concluir el ensayo, que mejor manera que tras muchas hojas de pesimismo y malas vibraciones, hablar de los posibles halos de esperanza que nos quedan. Podría poner algunos ejemplos de ello, pero creo que una noticia que salió el día 4 de octubre de 2011 en EL País, titulada Una red social para agilizar la comunicación científica puede ser resultar gratificante y esperanzadora.

 

En ella se habla de que la comunidad científica es un entorno de constante intercambio de información, pero esa comunicación entre investigadores no es uniforme y, en cualquier caso, es mejorable. Por ello, el científico italiano Massimo Marchiori ha creado una red social que dedicada directamente a la comunidad científica, con el objetivo de facilitar el trabajo intersectorial e interdisciplinar3.

 

Muchos de los problemas que el mundo científico tiene, y que hemos analizado con anterioridad se pueden resolver, por vías como la de Massimo.  La red social para investigadores responde al reto de cómo organizar el conocimiento. Facebook es muy eficaz para reunir gente, para ponerla en contacto, y podemos aprender de esta experiencia haciendo algo similar para la ciencia europea". REIsearch, que así se llama la nueva herramienta permitirá no solo la conexión, sino la creatividad en grupo. Massimo Marchiori expone así los porqués de una tecnología como esta:

 

Las investigaciones que hacemos en Europa ahora no se aprovechan al máximo en gran medida porque funciona en un entorno de comunicación de hace años (…) Los científicos se conocen todos entre sí dentro de su área, pero no saben lo que hacen los de un área distinta y resulta que ahora, cada vez más, a lo mejor un desarrollo en un campo diferente del mío tiene soluciones que pueden resultarme útiles, o mis técnicas pueden ser aplicables para otros. Un investigador se crea un círculo de científicos de su campo a su alrededor y puede no cambiar apenas en toda su vida. En amplios sectores de la ciencia, gran parte de los contactos entre los investigadores son personales, en congresos, en reuniones, y muchas veces por casualidad3.

No es solo un avance para la comunicación entre científicos, los periodistas podrán usar esta red como una base de datos, de fuentes y de trabajos científicos para mejorar la calidad de sus noticias, estar más informados y refutarlas con opiniones de expertos.  Como es lógico pensar, los científicos no presentarán aquí sus trabajos pero si ayudará a que una vez publicados en revistas especializadas, su índice de impacto aumente gracias a esta red.

Para concluir este ensayo, quiero expresar mi más sincero amor a las ciencias y a las letras, porque en realidad las veo dentro de una misma burbuja. Soy ambientólogo de formación y nada más terminar la carrera, por mi vocación de educador me sentí atraído por el periodismo y la divulgación como medio para intentar presentar al mundo mis humildes conocimientos científicos. Y como no me gusta ser un intruso, pensé que hacer al menos un máster en periodismo y comunicación científica podría abrirme no solo puertas profesionales, sino mi mente y mis habilidades literarias (porque no decirlo), para expresarme de manera correcta, concisa y clara.

Nullius in verba


1 Elías, Carlos. La Razón Estrangulada. Barcelona. Editorial Debate, 2008.
2 Calvo Hernando, Manuel. Manual de Periodismo Científico. Barcelona. Editorial Comunicación, 1997.
3 Rivera, Alicia. “Una red social para agilizar la comunicación científica” EL País, 3-10-2011.

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