Otro tema interesante es el del decrecimiento del interés por los temas científicos en
los medios de comunicación: televisión, radio, revistas y periódicos. En estos
es cierto, pero no debemos olvidarnos del grande de las comunicaciones,
internet. Su potencial es mucho mayor que el de cualquier revista o periódico,
incluso que la propia televisión. Tiene un índice de impacto brutal. Es un
escaparate publicitario interesantísimo que puede ayudar a mejorar la visión de
la ciencia, siempre y cuando se trate con el rigor y el respeto que se merece.
En el mundo 2.0 encontraremos muchos ejemplos de calidad científica, de hecho,
las grandes revistas tienen webs y están metidas en redes sociales y
profesionales, pero además de todos estos, existen blogs y portales dónde
principiantes de este mundo tienen mucho que decir.
La
divulgación debe abrirse camino hacia nuevos campos, nuevos espacios dónde
presentarse. Internet es una oportunidad única que debemos aprovechar todos los
interesados en la divulgación científica, porque nos aporta plataformas dónde
hacernos oír, canales a los que dirigirnos, multitud de formatos en los que
trabajar y lo más importante, una conexión con el publico más directa, cercana
y amable.
En las
redes sociales vemos como revistas especializadas como Quercus, Nature, Muy
interesante, National Geographic hacen un uso diario de ellas mediante tweets
en Twitter o post publicados en sus muros de Facebook. Gracias a estos medios
tienen millones de seguidores en todo el mundo que siguen sus artículos a
diario, muchos ni se meterán a leerlo, pero muchos otros si, y ahí es donde
radica el éxito de estas plataformas. Además se simpatizan con otros medios de
divulgación científica a los que siguen y dan cabida en sus espacios.
Se
consigue que portales y revistas de menor calado tengan la oportunidad de
codearse al mismo nivel que por ejemplo @naturenews, el perfil en Twitter de la
revista Nature, revista especializada dónde las haya, que tiene 267.000 amigos,
con National Geographic @natgeo o Muy Interesante @muyinteresante que tiene
casi un millón de seguidores cada uno. Estas son las especializadas en
ciencias, pero si vemos las secciones de ciencias de periódicos generalistas
como Público @publico_ciencia le siguen casi 11.600 amigos. Esto es algo
asombroso, nunca una revista científica o una sección de periódico habían sido
seguidas por tantísima gente. Pero también personas concretas, científicos,
periodistas ambientales, divulgadores son seguidos por miles de personas en
todo el mundo.
Del estudio del mundo del cine y la televisión y su relación
con la ciencia se pueden sacar conclusiones pesimistas y desalentadoras. En parte
se tiene razón, cuando se habla de que los personajes de ciencias que suelen
salir en la televisión, que son tratados con el cliché del científico loco, solitario, introvertido, sin sentimientos,
etc. Pero también hay casos de lo contrario. De todas formas, suelen ser
personajes que están tan metidos en su trabajo, que son tan buenos en lo que
hacen y que son tan sumamente inteligentes, que no tienen tiempo para otro tipo
de actividad social. Hay casos extremos como House o Bones, médicos
ambos, que aunque atractivos para el
gran público, su personalidad les hace ser solitarios. También encontramos
casos en los que el glamur y la ciencia van de la mano, como en CSI, dónde los
temas de amor están a la orden del día entre mesas de laboratorio. Otros como Ross de la serie americana Friends ve como sus amigos se ríen de el
por dedicarse a “jugar con dinosaurios” cuando es un profesor paleontólogo en
una universidad de NY. También es cierto, que en algunos capítulos, salen sus
amigos orgullosos por algunos de los méritos conseguidos por él. En este caso,
tiene una vida familiar, social y amorosa plena. El cliché siempre estará ahí,
pero no creo que desprestigie a la ciencia, al menos en esto, los humanos somos
más listos que eso.
Ross (Friends) enseñando una réplica de huevo de dinosaurio. |
Para
concluir el ensayo, que mejor manera que tras muchas hojas de pesimismo y malas
vibraciones, hablar de los posibles halos de esperanza que nos quedan. Podría
poner algunos ejemplos de ello, pero creo que una noticia que salió el día 4 de
octubre de 2011 en EL País, titulada Una red social para agilizar la comunicación científica puede ser resultar
gratificante y esperanzadora.
En
ella se habla de que la comunidad científica es un entorno de constante intercambio de
información, pero esa comunicación entre investigadores no es uniforme y, en
cualquier caso, es mejorable. Por ello, el científico italiano Massimo Marchiori ha creado una red social que dedicada directamente a la comunidad
científica, con el objetivo de facilitar el trabajo intersectorial e
interdisciplinar3.
Muchos de los
problemas que el mundo científico tiene, y que hemos analizado con anterioridad
se pueden resolver, por vías como la de Massimo. La red social para investigadores responde al
reto de cómo organizar el
conocimiento. Facebook es muy eficaz para
reunir gente, para ponerla en contacto, y podemos aprender de esta experiencia
haciendo algo similar para la ciencia europea". REIsearch, que así se
llama la nueva herramienta permitirá no
solo la conexión, sino la creatividad en grupo. Massimo Marchiori expone
así los porqués de una tecnología como esta:
Las investigaciones que hacemos en
Europa ahora no se aprovechan al máximo en gran medida porque funciona en un
entorno de comunicación de hace años (…) Los científicos se conocen todos entre
sí dentro de su área, pero no saben lo que hacen los de un área distinta y
resulta que ahora, cada vez más, a lo mejor un desarrollo en un campo diferente
del mío tiene soluciones que pueden resultarme útiles, o mis técnicas pueden
ser aplicables para otros. Un investigador se crea un círculo de científicos de
su campo a su alrededor y puede no cambiar apenas en toda su vida. En amplios
sectores de la ciencia, gran parte de los contactos entre los investigadores
son personales, en congresos, en reuniones, y muchas veces por casualidad3.
No es solo un avance para la comunicación entre científicos,
los periodistas podrán usar esta red como una base de datos, de fuentes y de
trabajos científicos para mejorar la calidad de sus noticias, estar más informados
y refutarlas con opiniones de expertos.
Como es lógico pensar, los científicos no presentarán aquí sus trabajos
pero si ayudará a que una vez publicados en revistas especializadas, su índice
de impacto aumente gracias a esta red.
Para concluir este ensayo, quiero expresar mi más sincero amor
a las ciencias y a las letras, porque en realidad las veo dentro de una misma
burbuja. Soy ambientólogo de formación y nada más terminar la carrera, por mi
vocación de educador me sentí atraído por el periodismo y la divulgación como
medio para intentar presentar al mundo mis humildes conocimientos científicos.
Y como no me gusta ser un intruso, pensé que hacer al menos un máster en
periodismo y comunicación científica podría abrirme no solo puertas
profesionales, sino mi mente y mis habilidades literarias (porque no decirlo),
para expresarme de manera correcta, concisa y clara.
Nullius in verba
1 Elías, Carlos. La
Razón Estrangulada. Barcelona. Editorial Debate, 2008.
2 Calvo Hernando, Manuel.
Manual de Periodismo Científico. Barcelona. Editorial Comunicación, 1997.
3 Rivera, Alicia. “Una
red social para agilizar la comunicación científica” EL País, 3-10-2011.
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