lunes, 16 de abril de 2012

Ensayo de un ensayo VIII: el legunaje literario para acercar la ciencia

Otro problema que surge del mundo científico es la visión que se tiene sobre su forma de escribir, sobre su expresión oscura y difícil, llena de tecnicismos. Ésto, si echamos la vista atrás no es cierto, científicos reconocibles por todos, como Galileo Galilei o Darwin, escribían sus textos científicos como si de literatura se tratara. Usaban registros literarios, no en libros de divulgación, sino en su propia obra científica (C. Elías, 2008). No podemos seguir pensando que existen dos culturas, separadas por un alto muro infranqueable, debemos saber que ese muro es tan sumamente poroso que la información fluye en ambos sentidos. Habrá periodistas, científicos, profesores, que solo vean un muro impenetrable, pero hay otros que solo ven los agujeros de los poros, y el espacio que dejan para pasar. Los científicos son gente de ciencias pero también de letras, incluso alguno ha ganado el Nobel de literatura, como Bertrand Russel que era matemático. Es más algunos científicos españoles, ante la decadencia de su profesión, han tenido que dedicarse en parte a la literatura, mejor pagada.

Para no desconectarse con la sociedad, el científico debe seguir el consejo que nos presenta Carlos  para los científicos: sin dejar de hacer ciencia (que es más importante para el futuro de la humanidad que la literatura o el cine), deben integrar el lenguaje literario en la obra científica para que sea aun más rica (C. Elías, 2005).

El uso de estilos impersonales a la hora de hacer trabajos científicos hace que el lector, no el de ciencias, sino otros, se sienta poco identificado con el texto o le parezca demasiado técnico. Si se utiliza un lenguaje más cercano, como el literario, se conseguirá acercar los conocimientos científicos a todos. Darwin y Humboldt ya lo hicieron con sus cuadernos de viaje.

Humboldt

El éxito del periodismo o la literatura es que se han obtenido las claves para conseguir que leer sea un placer (C. Elías, 2008), si esto mismo se consigue con los textos de ciencia, explicando detalles del autor, impresiones personales, anécdotas, se consigue una mayor conectividad con el lector. Falta humanizar al científico, y para ello que mejor forma que expresar sus sentimientos, sus frustraciones y alegrías mientras obtiene una nueva teoría o ley. Por ejemplo, no es lo mismo contar que la hojarasca en zonas de umbría es convertida en compost por detritívoros más rápido que en la solana con datos técnicos y estudios de campo, que si acompañamos estas descripciones meramente científicas con algún matiz humano, como por ejemplo, que los descansos eran mejores en la umbría (por ser más frescos), o que cogían algunos de los gusanos que encontraban al estudiar el suelo, para pescar en un río cercano. Esto hace más literario el trabajo, acerca más al lector, y le da otra visión del trabajo que realiza un científico. Se consigue que la percepción social de éstos sea otra, más amable y cercana.

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