martes, 13 de septiembre de 2011

Ensayo sobre la EA I: introducción


Vivimos una crisis ambiental sin precedentes, estamos esquilmando los recursos, aumentando con los gases de origen antrópico el efecto invernadero, deforestando bosques enteros, matando especies amenazadas para colgarlas como trofeos, contaminando ríos, mares y océanos, asfaltando suelos fértiles para que coches que contaminan puedan ir por ellos, cambiando ecosistemas enteros, rompiendo barreras coralinas y un gran etcétera. Todo esto lo estamos haciendo nosotros, los seres humanos, los seres más inteligentes que existen en la Tierra, según nosotros. Egocentrismo, antropocentrismo, son en la actualidad las dos palabras que mejor definen a nuestra especie. Y seguramente, las que nos hagan desaparecer como tales.

Aunque mis palabras suenan desalentadoras y funestas, me considero una persona optimista, y que siempre busca soluciones a los problemas que me rodean. Y con un problema como éste, no iba a ser yo el que le diese la espalda.

Esta crisis ambiental seguro que tiene relación con que el mundo científico no está en un buen momento. De hecho, a mi parecer, uno de los hechos que demuestra la crisis de la ciencia en la sociedad contemporánea, de manera más clara y visible, es sin duda el calentamiento global.

El cambio climático es como bien dicen los científicos una realidad inequívoca que hemos provocado nosotros mismos con el crecimiento tecnológico en los últimos siglos. Por tanto, ¿no deberíamos pensar qué hemos hecho mal y cómo deberíamos arreglarlo?

Llevo mucho tiempo preguntándome las posibles soluciones a este gran problema, y creo que la enseñanza en valores que promueve la Educación Ambiental (EA) puede ser una herramienta fabulosa para divulgar no sólo la ciencia, sino también valores sociales y culturales, que ayuden a vislumbrar un camino más sostenible y amable con lo que nos rodea.


Durante las próximas semanas iré subiendo artículos que dan continuidad a este ensayo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario